Lo que otras personas
piensen de ti es su realidad, no la tuya. Ellos saben tu nombre, pero no tu
historia, no han vivido en tu piel, ni han calzado tus zapatos. Lo único que
los demás saben de ti es lo que tú les has contado o lo que han podido intuir, pero
no conocen ni a tus ángeles ni a tus demonios.
Con frecuencia nos cuesta
entendernos a nosotros mismos pero nos aventuramos valientes a descifrar el
código del sentir ajeno. No se puede tener ningún tipo de certeza de lo que
otros sienten. De la misma forma, no podemos saber lo que han vivido y lo que
han aprendido o no.
Por lo tanto, no deberíamos
darle importancia a lo que los demás dicen de nosotros, pues sus palabras
obedecen a una realidad ilusoria que su mente ha creado con el afán de saberlo
todo sobre nuestra vida…
Las personas que critican
Hay personas que dan su
opinión sobre ti, sobre tu vida y sobre tus decisiones aunque nadie se la haya
pedido. Suelen ser opiniones malintencionadas o carentes de todo criterio cuyo
único objetivo es hacer daño, menospreciar y disfrutar del pesar ajeno.
Generalmente, es gente con
baja autoestima que no se acepta a sí misma, por lo que difícilmente puede
aceptar a los demás. Estas personas ponen etiquetas que reflejan la realidad de
cómo se sienten ellas mismas, proyectando así sus dificultades emocionales.
Somos los únicos que podemos
recorrer nuestro camino
Es probable que si nos
pudiésemos meter en el cuerpo y la mente de los demás, no nos atreviésemos a
juzgar. No obstante, valdría la pena el ofrecimiento para poder valorar nuestra
valentía. Sería una verdadera prueba de fuego.
Vive tu vida de la forma que quieras, no de la que los demás quieren que vivas
Fantasías aparte, debemos
asumir como única la responsabilidad de valorarnos y dejar de condenarnos. Lo
que los demás piensen de nosotros no nos pone un precio. Es decir, del mismo
modo que no dejamos que nos digan qué ropas tenemos que ponernos o cómo debemos
vestirnos, no tenemos que permitir que los demás elijan nuestro armario
emocional.
Si vivimos conforme a lo que
los demás piensen de nosotros, perderemos nuestro estilo y nuestra
personalidad. Nos veremos obligados a colocarnos una máscara y nuestra imagen
en el espejo solo reflejará nuestra inseguridad y la inexistencia de una
autoestima saludable.
Curar nuestra parte dañada
por la crítica
Para sanar las heridas
emocionales que nos causa la crítica, debemos de tener claro, en primer lugar,
que somos personas únicas y excepcionales. Conforme a esto, debemos perderle el
miedo a sentir y a pensar por nosotros mismos.
Son los demás los que están
juzgando y criticando, no tú. La crítica no constructiva lleva consigo gran
pobreza emocional en el mundo interno de quien la realiza. Por lo tanto, si la
persona no se deja enriquecer, en estas ocasiones te conviene ser
emocionalmente egoísta y “que cada palo aguante su vela”.
Las personas más infelices en este mundo son las personas que se preocupan demasiado por lo que piensen los demás.
Así pues, despréndete de la
negatividad y piensa que tu vida es mucho más fácil sin meterte en la vida de
los demás. Te damos algunas claves para que te reclames a ti mismo:
- Como hemos comentado, la consecuencia directa de dar crédito a lo que los demás piensen y digan es que acabamos convirtiéndonos en alguien que no somos. Y, por supuesto, querer complacer a otros a costa de nuestra identidad no es para nada saludable.
- ¿Eres una buena madre? ¿Eres una persona con éxito? ¿Eres inteligente? ¿Realizas bien tu trabajo? ¿Les gustas a los demás? Date cuenta de toda la energía que pierdes preocupándote por estas cuestiones.
- De todas maneras, los demás piensan sobre nosotros mucho menos de lo que creemos. Es decir, solemos sentirnos el centro de las miradas del resto de la gente cuando, en realidad, puede que lo que hagamos no sea relevante para muchos de los de nuestro alrededor. Quítate ese miedo, es en gran parte producto de tu imaginación.
- Da igual lo que hagas y como lo hagas, siempre habrá alguien que lo malinterprete. Así que intenta vivir y actuar con naturalidad. Lo que tú haces porque lo sientes siempre será lo correcto. No solo no te podrás justificar, sino que te sentirás falso si no sintonizas contigo mismo.
No esperes que los demás comprendan tu viaje, especialmente si nunca han tenido que recorrer tu camino.
Fuente: el post completo y original lo puedes consultar en lamenteesmaravillosa
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