El cáncer de estómago,
también conocido como cáncer gástrico, es el que se desarrolla debido al
crecimiento de las células cancerosas en el recubrimiento y las paredes del
estómago. Es una enfermedad difícil de diagnosticar en sus primeras etapas y
suele afectar a hombres mayores. Dos tercios de los afectados superan los 65
años.
Además del sexo y la edad
hay otros factores de riesgo que parecen favorecer a la aparición de estos
tumores estomacales. Entre ellos se encuentran el consumo de alcohol y tabaco y
una dieta que abuse de alimentos ahumados, muy salados y embutidos. Además, las
personas que tienen familiares que ya han sufrido esta enfermedad tienen muchas
más posibilidades de padecerla.
Como hemos dicho, detectar
esta enfermedad es muy complicado si no hay unos síntomas previos y se realizan
unas pruebas médicas muy concretas. Por lo tanto, la única forma de detectarla
con prontitud es acudir al médico desde que suframos alguno de los siguientes
síntomas:
- Dolor en el epigastrio.
- Sentirnos llenos después
de las comidas, aunque hayamos ingerido poco alimento. Esto puede derivar en
una pérdida de peso notable.
- Aparición de náuseas y
vómitos.
- Dificultad al tragar.
- Hemorragias internas que
pueden ser visibles si se aprecia sangre en las heces. Estas hemorragias suelen
provocar anemia.
A la hora de acudir al
médico, el proceso normal es que antes de aventurarse a realizar cualquier
diagnóstico nos realice un análisis de sangre y un estudio de sangre en heces
para detectar si hay alguna anomalía en el tubo digestivo. A partir de estas
pruebas, normalmente el doctor decide realizarnos un estudio radiográfico. Este
muchas veces no es determinante, puesto que hay tumores que no son apreciables
por este método. Así que si no se detecta nada, se realiza una endoscopia para
hacer una revisión más minuciosa de las paredes del estómago.
Si durante los
procedimientos anteriores se detecta alguna lesión sospechosa, se realizará una
biopsia para determinar si padecemos o no un cáncer de estómago.
En el caso de que sí se
detecte un cáncer se llevarán a cabo las pruebas necesarias para determinar en
qué fase se encuentra y cuál es el mejor tratamiento que se puede aplicar.
Normalmente se sigue un protocolo similar para todos los enfermos, aunque
también dependerá del estado del paciente y de la fase en la que se encuentre la
enfermedad. Este se suele fundamentar sobre todo en la cirugía, pero también se
puede realizar radioterapia y quimioterapia. El médico siempre nos informará de
los beneficios e inconvenientes de estos tratamientos, así como de sus efectos
secundarios.
Cuando el tratamiento
finaliza con éxito seguiremos teniendo que acudir a revisiones periódicas para
vigilar si se produce cualquier alteración y para controlar los efectos
secundarios.
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Fuente: el post completo y original lo puedes consultar en aecc
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