Escrito por Raquel Aldana
Paciencia, otra vez esa
palabra. El que espera, desespera y se confunde. Sobre todo cuando nos topamos
con la incertidumbre de no saber cuándo va a llegar lo que anhelamos.
No te canses de esperar. La
recompensa espera que tengas paciencia.
Sin embargo, la paciencia es
algo más que la espera, es la expectativa calmada, es una especie de pausa en
nuestro anhelo. La paciencia no nos adormece, se impone a la angustia y nos
despierta.
La paciencia es amarga pero
sus frutos son dulces
Nos cuesta entenderlo pero
la paciencia no es cargar y aguantar hasta no poder más y explotar. Ella es un
arte, un arte que se hace responsable de liberarnos de las cargas emocionales
innecesarias para mantener nuestro estado de paz.
Si eres paciente en un
momento de ira, escaparás a cien días de tristeza
Las filosofías orientales
nos hablan del don de la paciencia como si fuese una fuerza que nuestra mente
emplea para decirle al resto del cuerpo que todo llegará.
Y es que las cosas más
bellas del mundo requieren de paciencia para recubrirse de un halo de
entusiasmo e ilusión. Un amor complicado, una persona casi inaccesible, una
preparación física, una oposición; en definitiva, cualquier meta y cualquier
logro que nos planteemos.
El que espera y no desespera
encuentra lo inesperado
Frecuentemente, creemos que
la vida nos dice “No”, cuando en realidad solo nos está diciendo “espera”. Nos
impacientamos y, como consecuencia, nuestro nerviosismo nos hace cometer
errores.
A veces sentimos que nos
cansamos, que nuestros amigos, nuestra pareja o nuestras expectativas nos
exasperan, que no llega nada de lo que pretendemos crear y que la vida no está
hecha para nosotros.
La paciencia, una reina
destronada por la velocidad
"El secreto de la paciencia es recordar que el dolor es temporal y la recompensa es eterna."
El que aguanta, gana. Sin
embargo, a juzgar por el interés que le ponemos a cultivar y a trabajar este
don, la paciencia es una reina destronada. Se nos enseña a ser los primeros en
todo, a ganar a los que tenemos al lado, a correr… Y ya está.
Si te tomas las cosas con
paciencia, no vales, te dejan fuera de juego. Sin embargo, lo cierto es que
cualquier éxito requiere tiempo y paciencia, y esos son los únicos instrumentos
que nos garantizan alcanzar una destreza.
Trabajar la paciencia para
conocerse a uno mismo
"Comprenderse a uno mismo requiere paciencia, tolerancia en el darse cuenta; el Yo es un libro de muchos capítulos que no puede leerse en un solo día. Sin embargo, cuando empieces a leerlo, debes leer cada palabra, cada frase y cada párrafo, porque en ellos hay indicios de la totalidad. El principio es en sí mismo el final. Si sabes leer, podrás encontrar la suprema sabiduría."
Los grandes sabios son
personas calmadas, pacientes y seguras de sí mismas. Eso nos da la pista de que
ser pacientes nos ayudará a contemplar el mundo con mayor entendimiento y
sensatez.
Cuando no trabajamos en el
don de la paciencia, nos comportamos de manera impulsiva e irreflexiva, creando
o agravando nuestros problemas y dejando escapar multitud de oportunidades.
En realidad, para cultivar
tu paciencia necesitas más bien poco pero, sobre todo, son claves que están al
alcance de tu mano. Te las comentamos brevemente…
1. Respira
Respirar profundamente
siempre es un buen recurso, pues nos ayuda a reflexionar. Cuando nos tomamos
unos segundos para respirar estamos, de alguna forma, ofreciendo una pausa a
nuestro diálogo interno.
2. Descubre por qué tienes
tanta prisa
Reflexiona sobre las razones
que te están impacientando. Si exageras, reorganiza tus prioridades. Pensar
sobre ello e incluso escribirlo te ayudará a calmarte.
3. Identifica lo que
habitualmente te genera impaciencia
Pueden ser otras personas,
situaciones estresantes o tú mismo. Sin embargo, el simple hecho de ser
consciente de esto te ayudará a disminuir la ansiedad.
4. ¿Tu paciencia es útil o
está justificada?
Responderte de manera
sincera a esta pregunta fomentará la calma. Busca los patrones y considera sin
miedo la posibilidad de dejar ir lo que no te está haciendo bien.
5. Tómate tu tiempo y espera
lo inesperado
Tienes que entender que
podemos hacer miles de planes pero las cosas no siempre salen como lo deseamos.
Acepta que la vida gira y nos da cientos de vueltas hasta acabar donde
deseamos. Sé realista en tus expectativas y comprende a los demás.
6. No tengas miedo de
cambiar y no te olvides de ensayar
La práctica hace al maestro.
Desarrollar la paciencia implica dejar atrás malos hábitos con los que llevamos
conviviendo mucho tiempo. Así que, como cualquier aprendizaje, cultivar este
don requiere templanza.
Fuente: el post completo y original lo puedes consultar en lamenteesmaravillosa
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