Distorsiones, ideas
irracionales que nos hacen ver el presente y el futuro de forma dramática. Así
define los pensamientos negativos Ferrán Martínez Gómez, miembro de Saluspot y
psicólogo especialista en psicología clínica en Capsel Psicología. Con ellos
anticipamos fracasos o desgracias, ponemos excesivas exigencias personales y
expectativas poco realistas en nosotros o en los demás. Descubre en esta
entrevista las claves para no teñir la vida de negro.
Foto:newsinmind |
¿Son perjudiciales los
pensamientos negativos?
Todos podemos tener ideas
pesimistas en momentos o temporadas. El problema es cuando se vuelven
recurrentes y obsesivas: pensamientos automáticos, negativos y autolimitantes
que aparecen sin avisar y en el momento más inoportuno generando gran
perturbación y conflicto emocional.
¿A qué problemas de salud
conducen?
Suelen producir trastornos
de ansiedad, de estado de ánimo, depresión y problemas de inseguridad. En lo
físico pueden generar trastornos psicosomáticos derivados del estrés, angustia,
miedo o depresión, problemas estomacales, colon irritable, problemas de
hipertensión, circulatorios y corazón, dolor de cabeza, dolores musculares,
cansancio extremo o falta de concentración. Además, baja la efectividad del
sistema inmunitario, por lo que somos más proclives a infecciones y
constipados, y vulnerables al prevenir enfermedades más graves.
¿Qué tratamiento existe?
Se aplican terapias basadas
en la evidencia, como la terapia cognitivo conductual, donde se aprende a
cambiar esa visión irracional o distorsionada por otra más objetiva y realista,
minimizando los trastornos o problemas que comporta.
¿A quién afectan más?
A cualquier persona,
especialmente en determinadas épocas estresantes o circunstancia vitales
complejas. Pero quienes padecen algún trastorno de personalidad (como
obsesivo-compulsivos, maniaco-depresivos o trastornos límites de personalidad)
son candidatos a enquistar o crear esos malos hábitos.
¿Es cierto que cuanto más
intentamos apartar un pensamiento negativo, más nos compaña?
Normalmente al focalizar la
atención sobre un pensamiento obsesivo le damos mucha importancia, lo cargamos
de emoción negativa. Por ello, paradójicamente, en vez de distraernos,
aceptarlo o no darle tanta importancia, luchamos en contra de él y le damos
fuerza, cosa que impide que se marche, incluso facilitamos que aumente.
¿Cómo podemos prevenirlos?
Controlar todo lo que puede
producir estrés, nervios o miedos, procurar ser objetivos y realistas para
evitar que esos pensamientos se enquisten. Relajación, aceptación, objetivos
realistas, valorar el presente y lo pequeño. Esto puede ayudarnos a tener una
visión personal y del mundo más objetiva y a no engancharnos en círculos
negativos.
¿Qué hacer si ya los
sufrimos?
● No alimentar los
pensamientos negativos u obsesivos, aceptarlos y trabajar el estrés que
producen y luego debatirlos en frío para ver sus exageración o inadecuación con
la realidad.
● No resistirse a ellos:
cuando surjan, hay que dejarlos fluir con la máxima serenidad, sin luchar
contra ellos (así no les daremos importancia y no se archivarán) y buscando su
utilidad.
● Exponerse a ellos haciendo
lo siguiente: cuando te venga el pensamiento lo aceptas y le dices que ahora no
le puedes prestar atención pero que lo harás más tarde, entonces vas a ponerte
media hora (en el horario que tu elijas) a rumiar sobre ese pensamiento, y
durante ese tiempo te lo permites, lo haces con ganas.
Con estas herramientas
conseguiremos acotar los pensamientos obsesivos y cambiar la relación de
importancia respecto a ellos. Perderán fuerza y conseguiremos vencerlos,
siempre con paciencia, progresivamente.
Por D. Ferrán MartínezGómez, miembro de Saluspot y psicólogo especialista en psicología clínica en
Capsel Psicología.
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