Tomar
decisiones en una lengua distinta de la materna lleva a conclusiones más
reflexivas
"¿En qué idioma te lo
tengo que decir para que me hagas caso?". Esta frase que miles de madres
han lanzado contra sus hijos está, en el fondo, cargada de verdad (como todas
las cosas que dicen las madres). Porque una serie de trabajos científicos
recientes está dando forma a una realidad sorprendente: pensamos y decidimos de
distinta forma si procesamos la información en otro idioma que no sea el
materno. Aunque entendamos igual de bien la idea o el problema, al hacerlo en
una segunda lengua el resultado será más reflexivo; menos emocional, más
orientado a obtener un resultado útil.
En otro idioma, nos centramos menos en nuestra primera
respuesta emocional, crece la tolerancia al riesgo y se maximiza el interés por
el beneficio
"Beneficia al
pensamiento deliberativo; te hace pensar dos veces las cosas", asegura
Albert Costa, uno de los mayores expertos en bilingüismo gracias a sus
investigaciones en la Universidad Pompeu Fabra. Empezó sus estudios en este
campo con el dilema del tranvía: ¿tirarías a una persona a la vía para que con
su muerte salve la vida de otras cinco personas? El conflicto moral que nos
supone empujar a esa víctima solitaria se desvanece en muchas personas cuando
se lo plantean en un idioma que no es el materno.
Las personas que
sacrificarían a esa persona en virtud del bien común pasan de ser el 20% de la
muestra hasta casi la mitad. Únicamente porque procesan el dilema en un idioma
aprendido después del materno. Muchos otros trabajos han confirmado estos
resultados: en un idioma extranjero nos llevamos menos por lo emocional y nos
centramos en el resultado más eficiente. Somos menos moralistas y más
utilitaristas. Siempre se trata de sujetos que manejan con soltura el otro
idioma y se ha probado en español, inglés, italiano, alemán... el habla
concreta no parece influir.
"Beneficia al pensamiento deliberativo; te hace pensar dos
veces las cosas", asegura Albert Costa”
"Por un lado, otro idioma obliga a pensar despacio. Además,
entendemos que lo emocional está más ligado a la primera lengua que
aprendemos", sugiere Costa”
Fuente: el post completo y original lo puedes consultar en elpais
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