Durante la infancia la
neuroplasticidad es mayor, el cerebro es más flexible que nunca y está
continuamente recibiendo estímulos que para él son novedosos. En este momento
“nacen” una gran cantidad de neuronas que aceleran el correcto desarrollo del
niño y su aprendizaje. La infancia constituye así un periodo sensible para el
desarrollo, sobre todo los cinco primeros años.
Sin embargo, el hecho de que
nuestro cerebro sea más plástico y, por lo tanto, flexible frente a los
cambios, no significa que en la edad esta plasticidad desaparezca y no sea
posible aprender o crear nuevas conexiones sinápticas. Así, incluso en la
vejez, está demostrada la capacidad del cerebro para aprender.
Neuroplasticidad
y reorganización cerebral
El
cerebro tiene la capacidad de adaptarse al medio y de realizar cambios en
su propia estructura con el fin de hacer frente a las exigencias del entorno.
Una de las evidencias de la adaptabilidad del cerebro es el hecho de que las
personas que dejan de ver o de oír desarrollan más otras áreas del cerebro
dedicadas a la percepción a través de otros sentidos y se reorganizan las
funciones cerebrales.
El científico español
Pascual-Leone demostró esta capacidad mediante un experimento en el que vendaba
los ojos a sujetos sanos durante cinco días. En este tiempo, los sujetos
leyeron Braille y realizaron actividades de discriminación auditiva. Mediante
resonancia magnética se observó que la corteza cerebral visual empezó a
activarse a través de la audición y el
tacto, el cerebro se estaba adaptando.
Este experimento se realizó
en personas adultas, lo que quiere decir, que en contra de lo que se pensaba
hace un años, el cerebro del ser humano sigue cambiando durante toda su vida y
esta reorganización tiene mucho que ver con las necesidades que le demanda el
entorno y sus recursos para afrontarlas.
Aprender
durante toda la vida
Todos sabemos que los niños tienen una gran capacidad para aprender y que para varias tareas nuevas, como tocar un instrumento, aprender un nuevo idioma o memorizar un texto tienen una habilidad superior a los adultos. Esto es una realidad, la proliferación de nuevas neuronas (neurogénesis) en la infancia es asombrosa y, a medida que crecemos, esta capacidad disminuye.
Pero la neurogénesis
continúa incluso cuando somos ancianos. La antigua creencia de que nacemos con
un número determinado de neuronas y que a lo largo de la vida no hacemos más
que perderlas es falsa. Sí, existe un declive en la neuroplasticidad, pero
nuestro cerebro sigue siendo en gran medida moldeable.
Se han identificado varios
factores que pueden influir en esta neuroplasticidad. En primer lugar, hablamos
de un entorno enriquecido que le proponga retos a nuestra mente. En segundo
lugar, se sabe que el ejercicio moderado también la favorece. Por el contrario,
la senescencia, el estrés crónico o ciertos componentes en la sangre parecen
perjudicarla.
La proliferación de células
nerviosas nuevas fue un gran descubrimiento. Son dos las áreas de nuestro
cerebro en las que se ha observado el fenómeno: en el área subventricular y en
el hipocampo, este último está íntimamente relacionado con la memoria. Esta
neurogénesis en el hipocampo se puede ver estimulada cuando adquirimos nuevos
aprendizajes, favoreciendo la memoria.
¿Qué
pasa en nuestro cerebro cuando aprendemos?
La plasticidad neuronal es
el mecanismo que produce el aprendizaje. Por otro lado, la capacidad de
aprendizaje que tiene cada persona viene determinada tanto por la genética como
por la educación. Por ejemplo, el cociente intelectual que posee cada uno vendría,
en su mayor parte, determinado por la genética, pero el esfuerzo intelectual
realizado también tiene repercusión en la plasticidad de nuestro cerebro y en
nuestras capacidades.
Aunque genéticamente
poseamos una gran capacidad para el aprendizaje, se quedará en una
potencialidad si nosotros no sabemos desarrollarla. Si la mantenemos dormida y
no la empleamos, no solo estaremos perdiéndonos el hecho de desarrollarla sino
también la posibilidad de hacerlo hasta un límite alto. Así, no solo dejaríamos
de sumar, sino que también estaríamos restando parte de esa potencialidad a
nuestro futuro.
La estimulación cognitiva es
crucial para que nuestro cerebro esté preparado para adaptarse a las exigencias
de nuestro entorno. La neuroplasticidad es un mecanismo determinante a la hora
de hacer frente a lesiones cerebrales, se asume que aquellas personas que hayan
favorecido la plasticidad mediante el aprendizaje, tendrán más recursos para
superar o compensar una lesión sufrida.
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