Escrito por Adrían Triglia.
Llamamos casos de memoria
selectiva a esas situaciones en las que alguien parece mostrar una excepcional
capacidad para recordar información que refuerce su punto de vista pero se
muestra significativamente olvidadizo acerca de otras informaciones
relacionadas con la primera pero que le resulten incómodas.
Hablamos sobre esta memoria
selectiva con sorna, dando a entender que es un signo de debilidad
argumentativa o de que se sostiene una visión ilusoria sobre ciertos temas.
Como si fuese algo excepcional, al margen del modo de pensar normativo.
Sin embargo, lo cierto es
que la memoria selectiva no es, ni mucho menos, un simple recurso que algunas
personas utilizan para aferrarse a creencias e ideologías que pueden ser
puestas en peligro con cierta facilidad. La memoria humana, en general, tiende
a funcionar de la misma manera en todas las personas, y no solo en lo relativo
a temas específicos y polémicos, sino también en lo que respecta a creencias
privadas y recuerdos autobiográficos.
En definitiva, las personas
sanas y con buenas capacidades para debatir sin aferrarse constantemente a
dogmas son también sujetos que piensan y recuerdan a través del filtro de una
memoria selectiva.
Memoria selectiva e
identidad
La memoria es la base de
nuestra identidad. A fin de cuentas, somos una mezcla de nuestra genética y las
experiencias que hemos vivido, y estas últimas solo pueden dejar una huella en
nosotros a través de la memoria.
Sin embargo, esto eso
significa que nuestra identidad sea una versión comprimida de todos los
acontecimientos en los que hemos participado directa o indirectamente, como si
todos y cada uno de los días que hemos vivido quedasen archivados en alguna
parte del cerebro humano en cantidades equivalentes y bien proporcionadas entre
sí. Creer esto sería asumir que nuestra memoria es reproductiva, una especie de
grabación exacta de lo que hemos percibido y pensado. Y no lo es: solo
recordamos lo que de alguna manera es significativo para nosotros.
En esto consiste la memoria
selectiva. En hacer que el contenido de nuestros propios recuerdos esté ligado
a aquellos valores, necesidades y motivaciones propias que definen nuestra
manera de percibir las cosas, haciendo que algunos recuerdos pasen el filtro
hacia la memoria a largo plazo y otras no lo hagan.
Creando recuerdos
significativos
Desde que las
investigaciones del psicólogo Gordon Bower mostrasen la vinculación entre
nuestros estados emocionales y el modo en el que memorizamos y recordamos todo
tipo de información, la idea de que nuestra memoria trabaja de manera sesgada
incluso en los cerebros sanos ha ganado mucha popularidad en la psicología.
Hoy en día, de hecho, la
idea de que la memoria es selectiva por defecto empieza a estar bien
fundamentada. Por ejemplo, hay algunos estudios que muestran que, de manera
deliberada, somos capaces de utilizar estrategias para olvidar recuerdos que no
nos convienen, mientras que las líneas de investigación que tratan el tema de
la disonancia cognitiva muestran que tenemos una cierta propensión a memorizar
básicamente cosas que no ponen en duda creencias importantes para nosotros y
que, por lo tanto, pueden ser relacionados con un significado claro.
El proceso iría así: encontramos
una información que no encaja con nuestras creencias y que, por lo tanto, nos
produce malestar porque pone en duda ideas importantes para nosotros y en la
defensa de las cuales hemos empleado tiempo y esfuerzos.
Sin embargo, el hecho de que
esta información haya tenido un impacto sobre nosotros no tiene por qué hacer
que se memorice mejor por ser relevante. De hecho, su importancia como algo que
nos produce malestar puede ser un motivo que valga, en sí mismo, para manipular
y distorsionar este recuerdo hasta hacer que quede irreconocible y termine
desapareciendo como tal.
El sesgo de la memoria
selectiva
Que el funcionamiento normal
de la memoria sea selectivo es muy relevante, ya que es una prueba más de que
nuestro sistema nervioso está hecho más para sobrevivir que para conocer el
medio en el que vivimos de manera fiel y relativamente objetiva.
Además, investigar acerca de
la memoria selectiva permite buscar estrategias para aprovecharnos de este
fenómeno explorando técnicas para hacer que los recuerdos traumáticos y
desagradables en general no sean un factor limitante en la calidad de vida de
las personas.
Tener claro que no existe un
modo único y correcto de recordar la propia trayectoria vital, sino que tenemos
la posibilidad de elegir entre visiones igualmente sesgadas sobre lo que somos
y lo que hemos hecho, puede servir para eliminar prejuicios sobre las terapias
de tratamiento de traumas y animar a que busquemos maneras adaptativas de hacer
que nuestra memoria sea un factor que aporte bienestar a nuestro modo de vida,
en vez de darnos problemas.
Fuente: el post completo y original lo puedes consultar en psicologiaymente
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